miércoles, 30 de noviembre de 2011

Tratando de un Cuento

Lorian
Y el monte del sol naciente

Capitulo 1

“El valle de las luciérnagas”

  Día décimo cuarto, en el mes de otoño, era el momento en el que las primeras  hojas empezaban a desprenderse de las copas de los árboles. Donde el tiempo calido y abrasador se trastocaba en un clima húmedo y destemplado. La mejor estación ya había pasado sobre los viajeros. El paisaje había cambiado desde la partida de la isla Halia hasta el páramo actual en el que se encontraban. Todo había  cambiado, no solo una estación; el clima, los sitios y las personas que los habitaban. A los  viajeros les venían vanos recuerdos de aquellos momentos de verano.
  En los Bosques Elficos, durante el estío, se encontraba la fauna y la flora en todo su esplendor; las pequeñas “iris”, con su tallo casi perfecto, y sus flores tricolores de corazón verde rodeado de un aura azul y violeta; los sauces goteando su sabia como la miel;  el lagrímelo de Thuth, con sus seis cuernos usados para alimentarse, bebiendo las aguas del río Nhumfas.
  Mas al sur, las salinas de Aldur, el blanco camino de los reyes y al final, en su desembocadura, las playas de plata que decoraban el bello reflejo del mar.
  En los bosques pantanosos de Mora continuaba propagándose el mágico susurro en el aire que se solía escuchar de Cedrion.
  El mundo que Lorian  había conocido en su infancia ya no existía y había dado paso a algo nuevo.
  Los viajeros  estaban caminando sobre el valle de las luciérnagas. El claro de luna y la luz de las estrellas favorecían el largo recorrido hacia el monte del sol naciente. Esa noche, cuando los caminos se tornaban infinitos como el universo mismo, el cansancio y el ansia de llegar a destino los estaba cargando de pesar. El solo hecho de pensar que faltaba varios días para llegar influía directamente en el ánimo del grupo. Lorian observaba las estrellas y recordaba el nombre de las mismas. Caminaban fastidiados, casi dormitados, sin mirar atrás ni a los costados, una mirada limitada hacia adelante, sin importar lo que podría llegar a pasar, sin observaciones; ya no importaba si se presentaba un infortunio. La mente se limitaba a pensar en llegar al paraje que se vislumbraba en el horizonte, el mismo paraje donde se veía nacer el sol.  
  Caminaron hasta que Nathanael, vio una cabaña a lo largo del camino como a 500  pies hacia el noreste, muy pequeña. El sabio era conciente de que no estaban perdidos ya que él conocía esa cabaña. Con prisa y sin el menor asomo de duda le indicó a su pupilo que prepare para hacer una parada en la morada de un viejo amigo. Lorian contento saltó de alegría, lleno de esperanza por que la hora del descanso había llegado. Solo faltaban unos pasos para descansar y tomar fuerzas.
  Parecía que los hados del destino al fin comenzaban a ponerse a su favor pero, al igual que ocurre con la sabia  naturaleza, a veces el sol no puede evitar ser cubierto por la tormenta.  Es así que la alegría del descubrimiento del pronto descanso se les escapo como arena entre los dedos. Así ocurría constantemente en las tierras de Nabuk.
La alegría de Lorian fue interrumpida por el imprevisto movimiento de una sombra que voló sobre el aprendiz que, a pesar de su falta de experiencia, no pudo evitar detectarla. La llegada de dicha sombra se vio acompañada de un profundo silencio; la luna y las estrellas fueron cubiertas por nubes negras cargadas de tormenta y malos presagios y el claro iluminado por los rayos del astro nocturno se desvaneció. Oscuridad y penumbra los rodeaba y el temor sobre ellos estaba al asecho.
 Sabían que algo estaba sucediendo y no a favor  –“Calla y detente, el mal nos rodea”- Advirtió Nathanael agazapado entre los largos pastos al pequeño mago.  A continuación, sin mediar otra palabra, Nathanael pronunció uno de esos encantamientos que tanto desvelaban a su aprendiz. 
  -“Cruz del sur, estrella amiga, llena de luz el vació, has de guía en la oscuridad y se mi verdad”- Luego de elevar estas palabras al viento, Lorian pudo percibir como el mago con su gran sabiduría tenía potestad sobre la luz, los vientos y toda el mundo natural. El viento se inquietó, las nubes desaparecieron y las luces que emanaban las estrellas y la luna volvió aún más fuerte.  Tal era el resplandor que hizo que Lorian no logre ver cegado por la luz. Las pupilas le ardían y solo pudo distinguir un cuerpo que iba hacia él cayendo del cielo resplandeciente. Con temor se cubrió los ojos.
  Con temor esperaba algo que lo fuese a salvar de esa situación, hasta que un soplo que sintió en la nuca lo hizo caer en sueños. El mago divagaba en sueños que nunca iba a recordar, mientras tanto Nathanael luchaba contra una tempestad de maldades y conjuros oscuros que solo un digno mago podría combatir.

Poco después Lorian abrió los ojos.  El zumbido de los insectos de la noche había cesado y había sido reemplazado por  el cantar de los pájaros que habían llegado al claro con el sol del alba. El mago se tomaba la cabeza por el dolor de la noche anterior, y se preguntaba si lo que había ocurrido era solamente parte de un mal sueño producto del cansancio o había ocurrido en verdad.
Se levantó de los pastizales dolorido por la caída inesperada y frente a él, a unos pasos, vio a Nathanael que estaba preparando un frugal desayuno con mucho entusiasmo. Se dirigió hacia él con un sentimiento de agradecimiento por lo que estaban viendo sus ojos.  En el centro de las piedras calentadas por el fuego, un par de huevos se cocinaban lentamente. El ardiente deseo de comer lo llevó a dirigirse hacia Nathanael con mucho animo y sin meditar sus palabras, -“¿Qué has preparado que se puede ver tan delicioso  y huele tan agradable?” preguntó el aprendiz agregando inmediatamente mientras se inclinaba ante su maestro como un vasallo ante un gran rey adorándolo -“¿O es que acaso has usado tu magia para realizar este banquete?”
  Nathanael contesto a su seguidor dulcemente pero no por eso con un tono carente de reproche  -“No mal juzguéis a los magos mi amigo Lorian. Por tener habilidad de conjurar hechizos con mi tiento, no quiere decir que no pueda utilizar el tensor de un arco y la punta de una flecha. Los magos utilizan la magia para el bien de las criaturas no para el bienestar de sus estómagos”-. Lorian sonrojado por el mal comentario hacia su superior, rápido se dispuso a probar bocado para acallar su ineptitud.
  Pasaron el sol del mediodía, comiendo huevos de ave y bebiendo el vino que Nathanael preparaba hasta quedar completamente dormidos. Lorian se dejó llevar por el sueño, alejada su mente del plano físico voló mas alto de lo imaginado, cruzando rios y mesetas, vientos y lluvias hasta llegar a su hogar más rápido de lo que hubiese preferido. Sentía otra vez el olor de Tholl-Grurr, la comarca donde había crecido junto con sus hermanos centauros. Los hermanos Tholl-Dum, que crecieron junto a él. Los agricultores extrayendo la miel más dulce que podría llegar a probar. Los cazadores del bosque, que llegaban colmados de alimentos vastos para la aldea entre los que se encontraba la agridulce carne del Lagrimelo. Los pescadores que junto a los cazadores partían hacia el lago Shaan-Mhell en busca de peces y anguilas.
A pesar de las diferencias en apariencia, Lorian siempre sintió el afecto de sus pares centauros aunque fuese el único humano que se encontraba en la comarca. Lorian fue educado y cuidado por todos en la comarca como uno más del pueblo.  Como si no existiera la diferencia de especies que resaltaba a la vista.
  El sueño agradable pronto iba a perder su encanto al regresar a su niñez en Simmepre. La comarca que vio nacer a Lorian. La angustia era el único sentimiento que le quedaba al mago al recordar su aldea y los hechos aciagos que habían terminado con sus días y todos sus habitantes. “La desvastada Simmepre” seria el nombre con que se mencionaría su tierra natal luego de estos hechos en todos los anales del reino y en los relatos de los bardos y los juglares que vagaban por el mundo.
  “La desvastada Simmepre”  que había desaparecido de todos los mapas tras un ataque trasgo comandado por un asesino. Lorian todavía recordaba con terror, a pesar de tantos años pasados y de la corta edad que tenía al momento de la masacre,  a la horrenda criatura roja, con ojos totalmente negros. La criatura que llevaba cráneos colgando de distintas razas como trofeos, brazaletes y joyas, y un cuerno que le colgaba de la cintura.
La destrucción total de la aldea llevó a Lorian a conocer al gran mago, quien salvo su vida y lo entregó a la comarca mas cercana donde convivían los  centauros sabiendo que, a pesar de lo cerrada que era la cultura centaurica y de lo rudos que eran en sus formas de vida y sus costumbres, serían los correctos para cuidar al niño.
  Las noches parecían eternas cuando volvía a soñar con el fantasma del asesino de sus padres. El pequeño mago despertó de la horrible pesadilla gimiendo empapado de su propio sudor y  vio a Nathanael peleando con una criatura de 3 cuernos, su estatura era como la torre más alta, su peso equivalía como a 30 hombres con armadura.
  Al ver a su maestro sumergido en medio del fragor de la batalla el pequeño mago, desbordado por la desesperación, tomó su espada y conjuró el hechizo de la fuerza y el valor para poder enterrar su espada en su enemigo con justicia y verdad. Su hoja inmediatamente se envolvió en una llama azul y fue directo hacia la bestia. Nathanael, asombrado al ver a su amigo tratando de acudir a su ayuda, perdió la concentración hecho que fue aprovechado por la abominación que estaba frente suyo.  La misma  lanzó un cabezazo que logró abatir al mago.
  Lorian, al ver caer a Nathanael, sintió con una catarata de furia irrefrenable que debía actuar de inmediato ya que el gran mago estaba a punto de ser tragado por la enorme bestia. Lorian  trató de herir al Muntal pero no logró hacer nada, y  también fue abatido por la bestia cayendo sobre el espeso pasto. La criatura de gran tamaño fue directo hacia Lorian con intención de pisar al pequeño mago.
  Al adivinar la intención del maligno ser y ver el peligro que corría su protegido Nathanael se afirmó bajo el vientre de la criatura y logró clavarle su báculo. El Muntal al ser perforado por el mago, empezó a dar vueltas bañando el campo de batalla con un líquido sanguinolento proveniente de su interior mientras Lorian trataba de esquivar los pisotones del gigante. Nathanael con el bastón clavado en el estomago del Muntal, conjuró el hechizo del envenenamiento. La criatura empezó a retorcerse espasmódicamente  y cayó sobre Lorian que estaba por librarse de las pisadas.
  Al caer su ornamenta perforó al pequeño mago en una de sus piernas. Nathanael con un último suspiro se levantó y ayudó a  Lorian a alzarse. Lorian asustado por la herida sangrante y muy profunda dudó en poder seguir. – ¡Nathanael!... Cúrame con tus hechizos gran mago- Le resoplo Lorian al oído. –Calma mi amigo, que la ayuda vendrá pronto- lo tranquilizó el sabio.
  El gran mago sin dejar solo a Lorian alzó su bastón con la mano derecha libre del peso del cuerpo tendido y lanzó una señal de luz a los cielos.  A la espera de algún suceso, Lorian se dejó vencer por el dolor y empezó a retorcer su cuerpo, con lagrimas en los ojos mirando a su maestro, a su amigo, a su salvador pensando que el momento había llegado.
-Aligera mi dolor, y que en pocos pasos estaré allá con mis hermanos, en la comarca- Le repetía Lorian desahuciado. Nathanael mirando a lo lejos en los cielos, giró la mirada hacia la frente del mago y sopló sobre ella haciendo dormir al pequeño.
  De repente del cielo se escucha un relincho, era un relincho conocido para Nathanael.  Un relincho perteneciente a un pegaso llamado “Claro de luna”. Un viejo amigo de andanzas que tenía el gran mago. Pues siempre acudía en su ayuda.

Mapa del continente


Aqui les dejo el mapa del continente, es muy basico lo hice con paint, no se me caguen de risa...
Slds
David